lunes, 29 de octubre de 2007

Vértigo


Diez minutos antes de entrar al escenario el ritmo cardíaco se eleva, la concentración trata de ser máxima pero muchas veces es partida por ciertos inconvenientes (público o técnicos que entran a deshora, lo justo para desconcentrarte) o desarreglos de escenografía de última hora (que nunca faltan).


Uno minuto antes de pisar la escena, en la oscuridad de los bastidores, uno se concentra en su entrada. No en cómo la va a hacer, sino en decidirse a hacerlo una vez más.


Y es que el escenario teatral tiene, para el actor, mucho de vértigo. Pero ese miedo irracional tiene sus peros: es como desear a una mujer, no sabes nada hasta que no te lancas; o, como se diría, hay que lanzarse a la piscina y coger al toro por las astas.


En un rato vuelvo al ruedo, a los últimos ensayos que son casi tan difíciles como el estreno físico. Y en lo único que pienso es en lanzarme y no mirar atrás.

No hay comentarios: